Grecano, una cultura híbrida
Εκδήλωση-Κονσέρτο του Ηλία Ταμπουράκη στον Εκπολιτιστικό Σύνδεσμο
Λατινοαμερικανών & Ισπανών Ελλάδας, με θέμα
την μουσική της Αργεντινής
των Ελληνο-Ιταλών, με την ομάδα GRIDO, (ASCLAYE,
22 Μαρτ. 2004)
Habiendo presentado ya el seminario cultural de la Unesco, propongo, ahora, -como miembro del Comité de Arte de la Asociación Sociocultural Latinoamericana y Española en Grecia- otros caminos y otros mares, para redescubrir como Cides, Quijotes y Almirantes de esta nuestra y nueva Era, las raíces y las ramificaciones del árbol multicolor panamericano, navegando y volando por vastos continentes, que barren huracanes de historia, y tanteando por rincones y esquinas de tinieblas. Por que América Latina no significa solamente bailes y comidas. No es solamente leer cuentos de indios y de libertadores. Es probar con todos nuestros sentidos, olores y sonidos, sabores y visiones de las gentes oscuras y claras, que dejaron sus tierras ilícitamente o no, para sembrar en las Américas sus esperanzas y regarlas con su llanto. Es la India portuguesa de Goa, en Asia, y es la Guinea hispanohablante de África y otros tantos lugares, que prestaron y se prestaron tesoros culturales al Continente Americano.
Pero cada cosa lleva su propia evolución. Empecemos, pues, esta noche con algo fácil para el oído latino: Tenemos aquí una compañía de griegos, pero de alma latina, el grupo musical GRIDO, que por medio de su música greco-italiana, nos contarán la historia de los emigrantes argentinos.
Dicen, pues, -(para comenzar ya, poco a poco este cuento)- que las civilizaciones, las culturas, las sociedades van sobreviviendo y evolucionando tan sólo con lo que su ambiente natural les provisiona. Y cuando esa naturaleza es marina, entonces las civilizaciones se convierten en transoceánicas y, rompiendo las olas, andan domesticando los mares y siguen creando culturas. Hoy me gustaría tener entre nosotros a un ilustre profesor latino, al Dr. Felipe Fernández Armesto -de la Universidad de Oxford- quien escribió en uno de sus libros que la historia es más un perseguimiento humano que una ciencia en su sentido convencional, ya que el pasado no está presente en nuestras sensaciones. Nosotros solamente podemos conocer las impresiones que los antepasados nos han dejado escritas o cantadas.
Así fue también el cuento de unos griegos que en la remota antigüedad salieron de sus metrópolis helénicas, rumbo a las costas del Asia Menor, de donde sus ansias espirituales y comerciales los echaron de nuevo al mar, para sacarlos en tierras italianas, donde fundaron colonias asoleadas por la mentalidad mediterránea.
Mucho más tarde, otros poseídos por quimeras marinas, los españoles, fueron a unir su suerte con la griega y la italiana del sur, y hace pocos años, todos juntos anduvieron por tierrras argentinas, buscando un mejor porvenir. Hoy, este país, Argentina, de raíces indígenas olvidadas, de habla italianizante y de espíritu empresarial griego, sigue enfrentando los vaivenes socio-económicos, exiliándose a los EE.UU., y cantando siempre a su manera: "Antra mu pái" - "mi hombre se fue", como hacían sus bisabuelos italianos.
Si escuchamos con atención los nombres de los lugares de Italia del Sur, descubriremos voces griegas: Reggio = Ρήγιον, Taormina = Ταυρομένιον. Es la voz de aquellos primeros colonizadores del s. VIII a.n.E., quienes, más tarde, -en la época bizantina- se unen en su nueva patria italiana con sus hermanos griegos, para enfrentar todos juntos las invasiones de los sarracenos. Se entierran en el olvido hasta el período de la revolución griega (en 1821), y hasta hace poco tiempo -en la II. Guerra Mundial- esos pueblos permanecen aislados, manteniendo un lenguaje greco-italianizante y un sistema de economía cerrada, que los llevará inevitablemente a la emigración y a la experiencia argentina.
En 1370, una nave que se dirigía desde España rumbo a Italia, debido a una tempestad tuvo que arrojar al mar una gran cantidad de bultos. Uno de aquellos baúles no se hundió, sino que flotando delante de la nave -a la que parecía guiar- llegó a la costa cerdeña de Cagliari, que entonces pertenecía a la corona española de Aragón. Al abrir la caja, los isleños se encontraron con una hermosa imagen de la Virgen María, esculpida en madera, con el Niño Jesús, sonriente y orgulloso, que sostenía en el brazo izquierdo un globo, que representaba el mundo, y en la mano derecha llevaba un cirio, el cual, tras tantas olas, seguía encendido! Luego se le colocó -debido al hecho que los españoles son, como los griegos, un pueblo marino- una nave o carabela, cuya asta mayor es hoy el cirio. Éste está encendido porque así lo encontraron cuando abrieron el baúl. La hermosa talla -de puro estilo griego, bizantino- probablemente haya tenido como advocación primaria (según señala Don Guillermo Gallardo), la Candelaria. A esa imagen, se le bautizó con el nombre de "Bonaria", o sea: "La del Buen Aire", porque Fray Carlos el Catalán, mercenario y fundador del convento, había profetizado que con la llegada de una imagen de la Virgen , se limpiaría la ciudad de la enfermedad llamada malaria, y así buenos aires soplarían en esta tierra. (Comparemos las palabras malaria y bonaria.) Pronto se constituyó en protectora de los navegantes, como el sevillano y "magnífico Señor y Adelantado Don Pedro de Mendoza", quien impuso en 1536 a la recién conquistada ciudad y puerto rioplatense el nombre de "Santa María del Buen Aire".
Después del descenso de Juan Manuel de Rosas, la Argentina estaba en gran parte dominada por indígenas. Algunos ideólogos de la élite modernizante, como Alberdi y Sarmiento, preconizaban la necesidad de poblar ese vasto territorio relativamente vacío, trayendo grandes candidades de emigrantes europeos, para reestablecer la armonía entre la élite y la nueva población mestiza. Por coincidencia, en Italia la derrota del dominio austríaco en 1861, produjo la expulsión de un enorme excedente poblacional. Pues, América es propicia para los humildes, dado que antes que la fuerza intelectual en el ser humano, se aprecia la fuerza mecánica.
El Sur italiano hace sentir su peso especialmente luego de fines del siglo XIX. Calabria y Sicilia son las regiones que aportan mayores porcentajes de emigrantes. Marineros que con escaso o ningún capital comenzaron a traficarcon pequeñas embarcaciones en los vastos estuarios platenses en épocas de régimen férreo, y hasta hoy, muchas generaciones de agricultores, obreros, comerciantes, industriales y científicos italianos han contribuido al progreso de la Argentina.
Entre 1850 y 1930, América Latina acogiómás de 14 millones de emigrantes, de los cuales el 77% -o sea, 6 milllones- ha entrado en Argentina, con el deseo de "fare l´ América" (=hacerse de Argentina) una segunda patria italiana. Ellos fueron los privilegiados testigos y esforzados protagonistas del encuentro de dos mundos, que enfrentaron la dura travesía del Océano, confiando que al final de camino se aprobaría la verdad de las palabras de Dante: "Se tu segui tua stella, non puoi falllire a glorioso porto" - "Si tú persigues tu estrella, no fallarás en hallar un glorioso puerto".
"Are mu rondineddha mu / a pu rtete ke statzi / plea thálassa s aguaddhei / m uton kalon tzeró
(Mi bella golondrina / ¿de dónde vienes y a dónde llegas? / ¿Cuál mar te tira afuera? / con ese buen tiempo...
Así cantarían los griegos, que recién llegados a la tierrra porteña bonairense, sentían nostalgia de su patria helénica o italiana del Sur. Y seguían cantando en este lenguaje con elementos arcaicos, bizantinos e italianizantes, que todavía sobrevive en el Mediterráneo central.
"Arótisa ti mana mu / tin pleon gapimeni, / eki toso na me meni / puru na ki na me di"
(Pregunté por mi madre /que tanto la quería / que me espera tanto tiempo / y otro tanto para verme.)
La emigración griega hacia la Argentina se produjo especialmente entre 1890 y 1954. Sin ser de un volumen tan grande como la italiana o la española, aportó un caudal muy importante de profesionales y comerciantes.
"Arótisa ton churi mu / che s uli tin ghetonía / che an ike omilía / posa ike na mu pi"
(Pregunté por mi tata / y por todo el vecindario / y si me pudieras hablar / cuántaas cosas me dirías!)
Tal vez el símbolo más importante de la actividad comercial de los griegos en Argentina ha sido Aristóteles Onasis, ilustre miembro de las instituciones comunitarias en Palermo y La Plata.
"Ma su tipo mu lei, / ya posa se rotó / lío gherni, lío kalei, / lión eggitzi to neró"
(Pero nada me contestas / de todo lo que te pregunto. / Te inclinas ligeramente / bajándote poco a poco / apenas tocando el mar.)
La tarantela es una danza conectada con el fenómeno del tarantismo, que es un tipo de crisis o manía, debida al piquete de la tarántula -la araña que abunda en Sicilia, y ciertos tipos de ella se encuentran también en América del Sur- y lleva su nombre dde la ciudad de Otranto. Para que la víctima se cure, se hacce un exorcismo musical, con el cual el enfermo vibbra y baila imitando lpos movimientos del insecto, hasta que se caiga agotado, pero libre del veneno. Esa danza frenética dura dos días seguidos...
Han pasado ya 3.000 años desde que los primeros griegos colonizaron la Magna Grecia, o la Grecia Salentina, en el Sur de Italia. Han pasado ya más de 500 años desde que la Virgen de Bonaria llevó a los españoles a conquistar las tierras italianas, y ddesde la fundación de la ciudad porteña de Buenos Aires, en la desembocadura del río argentino dev La Plata, y la aldea aquella de SSanta María del Buen Aire -rodeada por indios querandí- se ha convertido en una metrópolis cosmopolitana tras haber expandido sus límites por los cuatro puntos cardinales, ganándole terreno al río "ancho como el mar", donde grandes barcos están en un contínuo vaivén, con decenas de almas en espera de una vida mejor, que convertirán el ADN cultural de millones de personas, cantando siempre los versos que dijo Admeto a su esposa Alcestis, de la homónima tragedia de Eurípides:
"Chi opu pago, pu syrno, pu steo, stin kardían panta ´sena vastó"
(...Y adonde vaya, adonde me arrrastre y en donde me detenga, en mi corazón te llevo siempre a ti...)
Pero cada cosa lleva su propia evolución. Empecemos, pues, esta noche con algo fácil para el oído latino: Tenemos aquí una compañía de griegos, pero de alma latina, el grupo musical GRIDO, que por medio de su música greco-italiana, nos contarán la historia de los emigrantes argentinos.
Dicen, pues, -(para comenzar ya, poco a poco este cuento)- que las civilizaciones, las culturas, las sociedades van sobreviviendo y evolucionando tan sólo con lo que su ambiente natural les provisiona. Y cuando esa naturaleza es marina, entonces las civilizaciones se convierten en transoceánicas y, rompiendo las olas, andan domesticando los mares y siguen creando culturas. Hoy me gustaría tener entre nosotros a un ilustre profesor latino, al Dr. Felipe Fernández Armesto -de la Universidad de Oxford- quien escribió en uno de sus libros que la historia es más un perseguimiento humano que una ciencia en su sentido convencional, ya que el pasado no está presente en nuestras sensaciones. Nosotros solamente podemos conocer las impresiones que los antepasados nos han dejado escritas o cantadas.
Así fue también el cuento de unos griegos que en la remota antigüedad salieron de sus metrópolis helénicas, rumbo a las costas del Asia Menor, de donde sus ansias espirituales y comerciales los echaron de nuevo al mar, para sacarlos en tierras italianas, donde fundaron colonias asoleadas por la mentalidad mediterránea.
Mucho más tarde, otros poseídos por quimeras marinas, los españoles, fueron a unir su suerte con la griega y la italiana del sur, y hace pocos años, todos juntos anduvieron por tierrras argentinas, buscando un mejor porvenir. Hoy, este país, Argentina, de raíces indígenas olvidadas, de habla italianizante y de espíritu empresarial griego, sigue enfrentando los vaivenes socio-económicos, exiliándose a los EE.UU., y cantando siempre a su manera: "Antra mu pái" - "mi hombre se fue", como hacían sus bisabuelos italianos.
Si escuchamos con atención los nombres de los lugares de Italia del Sur, descubriremos voces griegas: Reggio = Ρήγιον, Taormina = Ταυρομένιον. Es la voz de aquellos primeros colonizadores del s. VIII a.n.E., quienes, más tarde, -en la época bizantina- se unen en su nueva patria italiana con sus hermanos griegos, para enfrentar todos juntos las invasiones de los sarracenos. Se entierran en el olvido hasta el período de la revolución griega (en 1821), y hasta hace poco tiempo -en la II. Guerra Mundial- esos pueblos permanecen aislados, manteniendo un lenguaje greco-italianizante y un sistema de economía cerrada, que los llevará inevitablemente a la emigración y a la experiencia argentina.
En 1370, una nave que se dirigía desde España rumbo a Italia, debido a una tempestad tuvo que arrojar al mar una gran cantidad de bultos. Uno de aquellos baúles no se hundió, sino que flotando delante de la nave -a la que parecía guiar- llegó a la costa cerdeña de Cagliari, que entonces pertenecía a la corona española de Aragón. Al abrir la caja, los isleños se encontraron con una hermosa imagen de la Virgen María, esculpida en madera, con el Niño Jesús, sonriente y orgulloso, que sostenía en el brazo izquierdo un globo, que representaba el mundo, y en la mano derecha llevaba un cirio, el cual, tras tantas olas, seguía encendido! Luego se le colocó -debido al hecho que los españoles son, como los griegos, un pueblo marino- una nave o carabela, cuya asta mayor es hoy el cirio. Éste está encendido porque así lo encontraron cuando abrieron el baúl. La hermosa talla -de puro estilo griego, bizantino- probablemente haya tenido como advocación primaria (según señala Don Guillermo Gallardo), la Candelaria. A esa imagen, se le bautizó con el nombre de "Bonaria", o sea: "La del Buen Aire", porque Fray Carlos el Catalán, mercenario y fundador del convento, había profetizado que con la llegada de una imagen de la Virgen , se limpiaría la ciudad de la enfermedad llamada malaria, y así buenos aires soplarían en esta tierra. (Comparemos las palabras malaria y bonaria.) Pronto se constituyó en protectora de los navegantes, como el sevillano y "magnífico Señor y Adelantado Don Pedro de Mendoza", quien impuso en 1536 a la recién conquistada ciudad y puerto rioplatense el nombre de "Santa María del Buen Aire".
Después del descenso de Juan Manuel de Rosas, la Argentina estaba en gran parte dominada por indígenas. Algunos ideólogos de la élite modernizante, como Alberdi y Sarmiento, preconizaban la necesidad de poblar ese vasto territorio relativamente vacío, trayendo grandes candidades de emigrantes europeos, para reestablecer la armonía entre la élite y la nueva población mestiza. Por coincidencia, en Italia la derrota del dominio austríaco en 1861, produjo la expulsión de un enorme excedente poblacional. Pues, América es propicia para los humildes, dado que antes que la fuerza intelectual en el ser humano, se aprecia la fuerza mecánica.
El Sur italiano hace sentir su peso especialmente luego de fines del siglo XIX. Calabria y Sicilia son las regiones que aportan mayores porcentajes de emigrantes. Marineros que con escaso o ningún capital comenzaron a traficarcon pequeñas embarcaciones en los vastos estuarios platenses en épocas de régimen férreo, y hasta hoy, muchas generaciones de agricultores, obreros, comerciantes, industriales y científicos italianos han contribuido al progreso de la Argentina.
Entre 1850 y 1930, América Latina acogiómás de 14 millones de emigrantes, de los cuales el 77% -o sea, 6 milllones- ha entrado en Argentina, con el deseo de "fare l´ América" (=hacerse de Argentina) una segunda patria italiana. Ellos fueron los privilegiados testigos y esforzados protagonistas del encuentro de dos mundos, que enfrentaron la dura travesía del Océano, confiando que al final de camino se aprobaría la verdad de las palabras de Dante: "Se tu segui tua stella, non puoi falllire a glorioso porto" - "Si tú persigues tu estrella, no fallarás en hallar un glorioso puerto".
"Are mu rondineddha mu / a pu rtete ke statzi / plea thálassa s aguaddhei / m uton kalon tzeró
(Mi bella golondrina / ¿de dónde vienes y a dónde llegas? / ¿Cuál mar te tira afuera? / con ese buen tiempo...
Así cantarían los griegos, que recién llegados a la tierrra porteña bonairense, sentían nostalgia de su patria helénica o italiana del Sur. Y seguían cantando en este lenguaje con elementos arcaicos, bizantinos e italianizantes, que todavía sobrevive en el Mediterráneo central.
"Arótisa ti mana mu / tin pleon gapimeni, / eki toso na me meni / puru na ki na me di"
(Pregunté por mi madre /que tanto la quería / que me espera tanto tiempo / y otro tanto para verme.)
La emigración griega hacia la Argentina se produjo especialmente entre 1890 y 1954. Sin ser de un volumen tan grande como la italiana o la española, aportó un caudal muy importante de profesionales y comerciantes.
"Arótisa ton churi mu / che s uli tin ghetonía / che an ike omilía / posa ike na mu pi"
(Pregunté por mi tata / y por todo el vecindario / y si me pudieras hablar / cuántaas cosas me dirías!)
Tal vez el símbolo más importante de la actividad comercial de los griegos en Argentina ha sido Aristóteles Onasis, ilustre miembro de las instituciones comunitarias en Palermo y La Plata.
"Ma su tipo mu lei, / ya posa se rotó / lío gherni, lío kalei, / lión eggitzi to neró"
(Pero nada me contestas / de todo lo que te pregunto. / Te inclinas ligeramente / bajándote poco a poco / apenas tocando el mar.)
La tarantela es una danza conectada con el fenómeno del tarantismo, que es un tipo de crisis o manía, debida al piquete de la tarántula -la araña que abunda en Sicilia, y ciertos tipos de ella se encuentran también en América del Sur- y lleva su nombre dde la ciudad de Otranto. Para que la víctima se cure, se hacce un exorcismo musical, con el cual el enfermo vibbra y baila imitando lpos movimientos del insecto, hasta que se caiga agotado, pero libre del veneno. Esa danza frenética dura dos días seguidos...
Han pasado ya 3.000 años desde que los primeros griegos colonizaron la Magna Grecia, o la Grecia Salentina, en el Sur de Italia. Han pasado ya más de 500 años desde que la Virgen de Bonaria llevó a los españoles a conquistar las tierras italianas, y ddesde la fundación de la ciudad porteña de Buenos Aires, en la desembocadura del río argentino dev La Plata, y la aldea aquella de SSanta María del Buen Aire -rodeada por indios querandí- se ha convertido en una metrópolis cosmopolitana tras haber expandido sus límites por los cuatro puntos cardinales, ganándole terreno al río "ancho como el mar", donde grandes barcos están en un contínuo vaivén, con decenas de almas en espera de una vida mejor, que convertirán el ADN cultural de millones de personas, cantando siempre los versos que dijo Admeto a su esposa Alcestis, de la homónima tragedia de Eurípides:
"Chi opu pago, pu syrno, pu steo, stin kardían panta ´sena vastó"
(...Y adonde vaya, adonde me arrrastre y en donde me detenga, en mi corazón te llevo siempre a ti...)