Εργασία του Ηλία Ταμπουράκη στο Καθολικό Πανεπιστήμιο της Κόστα Ρίκα
¿Libertad?
Universidad Católica Anselmo Llorente y La Fuente
Sede San Carlos
Carrera: Bachillerato en Ciencias de la Educación con Énfasis en la Enseñanza del Inglés
Profesor: M. Ed. Erick José de Padua Quesada Vargas
Curso: PD001 Introducción a la Pedagogía
Estudiante: Ilías Tampourakis
Fecha de la sesión: sáb. 12 de febrero de 2011 # Sesión: IV Desarrollo temático (Profesor)
(Entregado: sáb. 19 febrero 2011)
¿Nos podemos imaginar una escuela, donde los menores de edad tengan la posibilidad de experimentar toda la gama de sus sentimientos, libres de la intervención crítica de los mayores? “Vuestros hijos no son hijos vuestros”, dice el poeta y filósofo libanés Kahlil Gibrán en su libro llamado “El Profeta”. “Son los hijos y las hijas de la vida, deseosa de sí misma.” La libertad de tomar decisiones siempre acarrea riesgo. Unas consecuencias aparentemente negativas, como el aborrecimiento, el estrés, la ira, la desesperación o el fracaso y la resignación, constituyen una parte necesaria del desarrollo del individuo. La escuela de Summerhill no es una utopía. “Ahí tuve la oportunidad de ser lo que yo quería; y eso es el sueño esencial de cada niño”, dice Alex C., un ex estudiante de esa escuela, treinta años después de la culminación de ésta. “La función de los niños es vivir su propia vida, y no la de sus ansiosos padres; no la vida que cumple con los propósitos de un educador, quien –por lo general- tiene la ilusión de que lo sabe todo”, explica Alexander Sutherland Neill, el mismo fundador escocés de la escuela libertaria, llamada Summerhill.
¿Podríamos captar la idea de un centro educativo, donde el éxito no se defina por los logros académicos? “[Vuestros hijos] vienen a través vuestro, pero no vienen de vosotros. Y, aunque están con vosotros, no os pertenecen”, recita el poeta árabe. Siempre tenemos que ofrecer a la juventud las opciones y las oportunidades que les permitan desarrollarse a su propio ritmo –como ha dicho María Montessori-, y seguir la senda de sus propios intereses. Summerhill no procura producir mecánicamente unos tipos específicos de jóvenes, sino intenta ofrecerles un ambiente propicio, para que ellos puedan definir quiénes son y qué quieren ser en su vida. Es una aplicación de los famosos versos de la canción “Another brick in the wall” de Pink Floyd, de los años ´80. “Summerhill me dio la valiosa condición clave para el aprendizaje: si veo por ahí algo que no conozco, siento el fuerte deseo de aprendérmelo para desarrollarme a mí mismo. Contemplo el aprendizaje como un proceso de por vida, en el cual el elemento más importante es la motivación, la sed de alimentar mi mente”, expresa con entusiasmo Camilla R., una estudiante actual de esa escuela libertaria. “La mayor parte del trabajo escolar que los adolescentes se ven obligados a llevar a cabo en las escuelas convencionales”, añade Neill, “es un gasto de tiempo, energía y paciencia. Todo esto roba al menor de edad su derecho a jugar, colocando cabezas viejas sobre unos hombros juveniles.”
¿Sería factible diseñar un colegio, donde todos los asuntos se solucionaran de manera democrática? “Podéis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos. Porque ellos tienen sus propios pensamientos”, canta el filósofo Kahlil con su lenguaje poético. Hay que permitir a nuestros hijos vivir en una comunidad que les apoye y que ellos se sientan responsables por ella. Debemos concederles el poder para cambiar la vida social, mediante unos procesos democráticos. Todos los jóvenes crean sus propios valores, basados en la comunidad donde viven. “La Convención para los Derechos de los Menores de Edad hace especial mención al derecho del menor a participar en las tomas de decisiones que le conciernen, y la escuela de Summerhill -a pesar de su rarísima aproximación al sistema educativo- manifiesta este derecho de una manera que sobrepasa cada expectación”, refiere Paulo David, el secretario de las Naciones Unidas, encargado del Comité para los Derechos de los Menores. “En nuestra escuela, los alumnos son capaces de dar hasta su propia vida luchando para gobernarse a sí mismos. Según mi opinión, un mitin semanal tiene mucho más valor que una semana de clases curriculares”, dice A. S. Neill.
¿Existe una escuela, donde los niños puedan jugar todo el día, si les da la gana? “Podéis albergar sus cuerpos, pero no sus almas. Porque sus almas habitan en la casa del mañana que vosotros no podéis visitar, ni siquiera en sueños”, refiere Gibrán en su poesía. El juego creativo e imaginativo tiene un papel importante en el desarrollo infantil. El jugar espontáneamente y de manera natural, no debería ser socavado o dirigido por los adultos hacia unos métodos experimentales del aprendizaje. El acto de jugar les pertenece a los niños. “Dado que yo me sentía aburrida, pasaba largos ratos pensando”, explica Catherine B., una alumna de Summerhill. “En una escuela normal, todo está organizado y planeado de antemano; así no queda ni espacio, ni tiempo para que los chicos piensen.” “La herencia que los padres y los educadores dejan a sus hijos y estudiantes tiene dos opciones: tener un alma libre, sentirse alegre trabajando y feliz en las relaciones amistosas y amorosas, o ser una persona miserable que se odie a sí mismo y que viva en un continuo conflicto con la humanidad”, afirma Neill.
¿Quién no quisiera haber estado en un lugar, donde pudiera soñar?... “Podéis esforzaros en ser como ellos, pero no busquéis el hacerlos como vosotros. Porque la vida no retrocede ni se entretiene con el ayer” dice nuestro poeta y filósofo libanés Kahlil Gibrán. Es imprescindible hacer a los menores de edad sentirse la confianza y la facilidad para hablar con personas de diferentes edades y ocupaciones. Debemos hacerlos capaces de circular de modo inteligente entre varios grupos sociales, que potencialmente les podrán abrir nuevos caminos y oportunidades. Tenemos que crear para ellos un ambiente, donde puedan aprender a hablar apoyándose a sí mismos. “Puedo reivindicar mi igualdad de un modo democrático”, exclama Martín, un ex estudiante de Summerhill. “¡El sistema educativo está enteramente equivocado! Es el miedo y la disciplina. Basta con pensar que los niños, que deberían mantenerse en un movimiento creativo, están forzados a quedarse quietos y sentados en un pupitre por 8 horas seguidas…. Esto va en contra de la naturaleza humana”, explica Alexander Sutherland Neill, el fundador escocés de la escuela libertaria llamada Summerhill, en los años 1920.
ARTÍCULO:
http://pezodromia.blogspot.com/2009/03/blog-post.html Jueves, 19 de marzo de 2009
(artículo traducido del griego)
Alexander Sutherland Neill (1883-1973) escribió –entre otros- el libro llamado “Teoría y práctica de la educación antiautoritaria” y en 1921 fundó Summerhill, una escuela libertaria, que sigue funcionando hasta en nuestros días bajo la dirección de su hija. En esa escuela, los estudiantes no están obligados a atender ninguna materia. Pueden pasar días, semanas, hasta años enteros sin ni siquiera aparecer en una clase. No existen ni tareas, ni exámenes o calificaciones. Los reglamentos necesarios para la convivencia en esa escuela no son dictados por un director o un consejo de docentes, sino se disputan para ser modificados o abolidos y son democráticamente elegidos por todos los estudiantes, los docentes y el personal de la escuela. Todos los miembros de la asamblea escolar –desde el menor estudiante, hasta el profesor más importante (incluso A. S. Neill)- tienen derecho a un voto.
Los resultados de casi un siglo de experimentación han sido impresionantes en todo lo que se refiere a la educación de los menores de edad, y sobre todo a sus condiciones sentimentales y psicológicas. La prioridad de Summerhill es crear una nueva generación de jóvenes libres.
Sede San Carlos
Carrera: Bachillerato en Ciencias de la Educación con Énfasis en la Enseñanza del Inglés
Profesor: M. Ed. Erick José de Padua Quesada Vargas
Curso: PD001 Introducción a la Pedagogía
Estudiante: Ilías Tampourakis
Fecha de la sesión: sáb. 12 de febrero de 2011 # Sesión: IV Desarrollo temático (Profesor)
(Entregado: sáb. 19 febrero 2011)
¿Nos podemos imaginar una escuela, donde los menores de edad tengan la posibilidad de experimentar toda la gama de sus sentimientos, libres de la intervención crítica de los mayores? “Vuestros hijos no son hijos vuestros”, dice el poeta y filósofo libanés Kahlil Gibrán en su libro llamado “El Profeta”. “Son los hijos y las hijas de la vida, deseosa de sí misma.” La libertad de tomar decisiones siempre acarrea riesgo. Unas consecuencias aparentemente negativas, como el aborrecimiento, el estrés, la ira, la desesperación o el fracaso y la resignación, constituyen una parte necesaria del desarrollo del individuo. La escuela de Summerhill no es una utopía. “Ahí tuve la oportunidad de ser lo que yo quería; y eso es el sueño esencial de cada niño”, dice Alex C., un ex estudiante de esa escuela, treinta años después de la culminación de ésta. “La función de los niños es vivir su propia vida, y no la de sus ansiosos padres; no la vida que cumple con los propósitos de un educador, quien –por lo general- tiene la ilusión de que lo sabe todo”, explica Alexander Sutherland Neill, el mismo fundador escocés de la escuela libertaria, llamada Summerhill.
¿Podríamos captar la idea de un centro educativo, donde el éxito no se defina por los logros académicos? “[Vuestros hijos] vienen a través vuestro, pero no vienen de vosotros. Y, aunque están con vosotros, no os pertenecen”, recita el poeta árabe. Siempre tenemos que ofrecer a la juventud las opciones y las oportunidades que les permitan desarrollarse a su propio ritmo –como ha dicho María Montessori-, y seguir la senda de sus propios intereses. Summerhill no procura producir mecánicamente unos tipos específicos de jóvenes, sino intenta ofrecerles un ambiente propicio, para que ellos puedan definir quiénes son y qué quieren ser en su vida. Es una aplicación de los famosos versos de la canción “Another brick in the wall” de Pink Floyd, de los años ´80. “Summerhill me dio la valiosa condición clave para el aprendizaje: si veo por ahí algo que no conozco, siento el fuerte deseo de aprendérmelo para desarrollarme a mí mismo. Contemplo el aprendizaje como un proceso de por vida, en el cual el elemento más importante es la motivación, la sed de alimentar mi mente”, expresa con entusiasmo Camilla R., una estudiante actual de esa escuela libertaria. “La mayor parte del trabajo escolar que los adolescentes se ven obligados a llevar a cabo en las escuelas convencionales”, añade Neill, “es un gasto de tiempo, energía y paciencia. Todo esto roba al menor de edad su derecho a jugar, colocando cabezas viejas sobre unos hombros juveniles.”
¿Sería factible diseñar un colegio, donde todos los asuntos se solucionaran de manera democrática? “Podéis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos. Porque ellos tienen sus propios pensamientos”, canta el filósofo Kahlil con su lenguaje poético. Hay que permitir a nuestros hijos vivir en una comunidad que les apoye y que ellos se sientan responsables por ella. Debemos concederles el poder para cambiar la vida social, mediante unos procesos democráticos. Todos los jóvenes crean sus propios valores, basados en la comunidad donde viven. “La Convención para los Derechos de los Menores de Edad hace especial mención al derecho del menor a participar en las tomas de decisiones que le conciernen, y la escuela de Summerhill -a pesar de su rarísima aproximación al sistema educativo- manifiesta este derecho de una manera que sobrepasa cada expectación”, refiere Paulo David, el secretario de las Naciones Unidas, encargado del Comité para los Derechos de los Menores. “En nuestra escuela, los alumnos son capaces de dar hasta su propia vida luchando para gobernarse a sí mismos. Según mi opinión, un mitin semanal tiene mucho más valor que una semana de clases curriculares”, dice A. S. Neill.
¿Existe una escuela, donde los niños puedan jugar todo el día, si les da la gana? “Podéis albergar sus cuerpos, pero no sus almas. Porque sus almas habitan en la casa del mañana que vosotros no podéis visitar, ni siquiera en sueños”, refiere Gibrán en su poesía. El juego creativo e imaginativo tiene un papel importante en el desarrollo infantil. El jugar espontáneamente y de manera natural, no debería ser socavado o dirigido por los adultos hacia unos métodos experimentales del aprendizaje. El acto de jugar les pertenece a los niños. “Dado que yo me sentía aburrida, pasaba largos ratos pensando”, explica Catherine B., una alumna de Summerhill. “En una escuela normal, todo está organizado y planeado de antemano; así no queda ni espacio, ni tiempo para que los chicos piensen.” “La herencia que los padres y los educadores dejan a sus hijos y estudiantes tiene dos opciones: tener un alma libre, sentirse alegre trabajando y feliz en las relaciones amistosas y amorosas, o ser una persona miserable que se odie a sí mismo y que viva en un continuo conflicto con la humanidad”, afirma Neill.
¿Quién no quisiera haber estado en un lugar, donde pudiera soñar?... “Podéis esforzaros en ser como ellos, pero no busquéis el hacerlos como vosotros. Porque la vida no retrocede ni se entretiene con el ayer” dice nuestro poeta y filósofo libanés Kahlil Gibrán. Es imprescindible hacer a los menores de edad sentirse la confianza y la facilidad para hablar con personas de diferentes edades y ocupaciones. Debemos hacerlos capaces de circular de modo inteligente entre varios grupos sociales, que potencialmente les podrán abrir nuevos caminos y oportunidades. Tenemos que crear para ellos un ambiente, donde puedan aprender a hablar apoyándose a sí mismos. “Puedo reivindicar mi igualdad de un modo democrático”, exclama Martín, un ex estudiante de Summerhill. “¡El sistema educativo está enteramente equivocado! Es el miedo y la disciplina. Basta con pensar que los niños, que deberían mantenerse en un movimiento creativo, están forzados a quedarse quietos y sentados en un pupitre por 8 horas seguidas…. Esto va en contra de la naturaleza humana”, explica Alexander Sutherland Neill, el fundador escocés de la escuela libertaria llamada Summerhill, en los años 1920.
ARTÍCULO:
http://pezodromia.blogspot.com/2009/03/blog-post.html Jueves, 19 de marzo de 2009
(artículo traducido del griego)
Alexander Sutherland Neill (1883-1973) escribió –entre otros- el libro llamado “Teoría y práctica de la educación antiautoritaria” y en 1921 fundó Summerhill, una escuela libertaria, que sigue funcionando hasta en nuestros días bajo la dirección de su hija. En esa escuela, los estudiantes no están obligados a atender ninguna materia. Pueden pasar días, semanas, hasta años enteros sin ni siquiera aparecer en una clase. No existen ni tareas, ni exámenes o calificaciones. Los reglamentos necesarios para la convivencia en esa escuela no son dictados por un director o un consejo de docentes, sino se disputan para ser modificados o abolidos y son democráticamente elegidos por todos los estudiantes, los docentes y el personal de la escuela. Todos los miembros de la asamblea escolar –desde el menor estudiante, hasta el profesor más importante (incluso A. S. Neill)- tienen derecho a un voto.
Los resultados de casi un siglo de experimentación han sido impresionantes en todo lo que se refiere a la educación de los menores de edad, y sobre todo a sus condiciones sentimentales y psicológicas. La prioridad de Summerhill es crear una nueva generación de jóvenes libres.